Para poder sacar a su pareja de su casa debe de tener su consentimiento o realizarlo de una manera legal.
Lo primero que hay que tener en cuenta es si existe una convivencia consolidada en la vivienda, pues de ser así, con independencia de que la propiedad sea de uno de los miembros de la pareja, no se puede cambiar la cerradura, poner sus cosas fuera de la vivienda o echarla a la fuerza.
Ello podría ser considerado coacciones si son denunciadas por la otra parte.
Nunca se debe de realizar nada a la fuerza.
Mientras dura una relación sentimental lo normal es que exista convivencia. En los casos en los que se rompe la pareja, lo normal es que el miembro de la pareja que no es propietaria de la vivienda, voluntariamente abandone su uso.
A pesar de ello, debemos de aclarar que en los casos en los que existen hijos comunes, los hijos serán los que tendrán preferencia para residir en la vivienda en caso de ruptura, en compañía del progenitor custodio, con independencia de que sea el propietario, o no.

No se puede pretender que nuestra expareja abandone el uso de la vivienda en el momento, pero tampoco es razonable que después de terminar la relación pretenda quedarse en la vivienda sin nuestro consentimiento.
Una mala convivencia puede ser muy incómoda, por ello habrá que analizar la situación para tomar la mejor decisión, pues las casuísticas pueden ser infinitas. Un proceso judicial para sacar a nuestra expareja de la vivienda puede durar más de 6 meses o un año por vía civil, por lo que siempre será mejor la vía del entendimiento, la conciliación y la mediación extrajudicial.
- Si existe matrimonio, el proceso se resolvería en un proceso de divorcio.
- Si existen hijos pero no matrimonio, el proceso se resolvería en una gura y custodia.
- Para el caso de que no haya ni una cosa ni otra, sería un desahucio por precario.